Observaba la aurora de la mañana en un día espléndido de primavera. Tranquila y plácidamente miraba al mar desde un banquito, muy cerca de mi casa, donde suelo sentarme y relajarme durante horas, con mi cuadernillo en la mano. Intentaba encontrar a mi amiga “Inspiración”. La luz era clara y la brisa suave, el día estremecía por su belleza. La sentí de pronto, estaba ahí, muy cerquita de mí.
-Quédate “Inspiración”, ¡no me abandones! Eres volátil, infiel, impredecible; a veces te amo y otras te odio, te gusta ir y venir, hacer lo que te viene en gana; me siento celosa cuando me abandonas y te vas con otra, o con otro... Cerré los ojos para sentirla, tenerla dentro. ¿Eres un hada, una mariposa de colores o tal vez…?
-shshshshshss- murmura el silencio que acompaña al rumor del mar.
-¡Hoy te tengo! No te apartes de mí.
Desconocía cómo habíamos llegado hasta esas tortuosas carreteras. Veía, con malestar, a mi izquierda, el borde de aquel impresionante barranco y la pared de la roca a mi derecha, muy pegadita al coche; no había hortensias ni buganvillas en el camino, ni ninguna otra flor. La roca era dura y seca, sudores recorrían mi cuerpo, y al otro lado se veía el mar, estaba sereno, ¡las aguas del norte, con sus continuas subidas y bajadas de marea!; las olas se veían mansas, juguetonas, bajitas y sin enemistades. Con alegría subimos a un barco extranjero, que estaba de visita, y así lo disfrutamos cuando comenzó a navegar; ¡qué bien, me encanta navegar en un barco grande!, pensaba, no veía a nadie más a bordo, pero ya llevaba puesta una insignia rusa. El barco nos llevó hasta una base en medio del mar, tenía unas cristaleras muy grandes, impresionantes, y ante ellas, una espléndida vista. Visitamos la plataforma hasta el anochecer, era interesante, había una exposición con multitud de artículos navales...
Un encuentro fortuito, con una amiga y su niño pidiendo un helado, me hizo recobrar la cordura. Parecía haber estado soñando una pesadilla, mas no era así, en realidad intentaba imaginar una historia en el mar… ¡Oh! Inspiración, te vas y vienes cuando quieres, me repito una y otra vez, sonriendo, mientras te disfruto unos minutos a duras penas, y cuando a ti te apetece. Cuando vuelas, como mariposa alegre en libertad, y le das tu amor a otra o a otro, sin ataduras, sin compromisos…siento en mi pecho tu ausencia, y me muero de pena cuando me dejas sola, triste y abandonada.
Tú y yo, parecemos un matrimonio mal avenido, pienso que nunca serás mía, eres ¡un amor imposible!
María Teresa Fandiño Pérez