Viajo por las letras con la maleta llena de libros. Escribo novelas y relatos, pero si me siento poética la lleno de poesía o de lírica. Soy "cuentista". ¡Otros van más allá e incluso publican mis historias! Os deseo un paseo agradable por mi blog. Mis trabajos están registrados, podéis usarlos citando la procedencia y sin alterar su contenido, siempre y cuando se utilicen para actividades sin ánimo de lucro.

lunes, 31 de agosto de 2015

*¡Lo qué tienes en tu alma, Wolfgang Amadeus!*

¡Lo qué tienes en tu alma, Wolfgang Amadeus!

Alegre bilis mágica, marquesa
de Pompadour, después de la derrota
en Rossbach de Luís quince, el Rey, rota
y orgullosa, su amante fiel, francesa

irresistible, le ama y embelesa.
Para su rey francés alguna nota
musical, ¡el precoz Mozart! Denota
apoyo a la cultura, la francesa.

Protegen a los músicos en Francia
Fagot, clavecín, bajos...Sintonía
en su época, y un gozo en consonancia

El músico tocó con maestría.
Tan exquisita fue la resonancia
de Amadeus, que lloró el rey de alegría.


María Teresa Fandiño
16/08/2015
Derechos reservados
Fotografía tomada de la red-google



Palacio de Versalles



                                           The Best of Mozart - Violin Sonatas Playlist Mix - Classical Music for Studying (Música Clásica)
                                                                                  https://youtu.be/gTEn6SRVAE4

viernes, 28 de agosto de 2015

La rumberita del Tajo - Pluma tinta y papel -

La rumberita del Tajo

Cuando llego del trabajo
aroma a tomate en rama
y en tu huerto, y en tu cama
me besas de arriba abajo.
Cuando pasas por el Tajo
moviendo con mucho esmero
tu cadera y tu trasero
Sonríes y me provoca        
sentir tus labios, tu boca
Sabes que por ti me muero

María Teresa Fandiño
Derechos reservados
Publicado por - Diversidad literaria en:
Pluma, tinta y papel





                                          Fotografía tomada de la red - Imágenes de google
                                                  Río Tajo a su paso por Aranjuez

miércoles, 26 de agosto de 2015

Testigo de un naufragio


De niños, mi hermano y yo, vivimos en un lugar
donde el sol se esconde.
La luna, tras las nubes, le aguarda
y, la muy celosa, sabiendo que el rey ama la mar,
sale presurosa.
A su encuentro, cada noche, hermosa
y como gata en celo, brilla radiante
buscando ser su esposa.

De niño soñé que, tal vez, un día
la marea me llevaría a un lugar lejano,
donde la brisa
sea templada y la mar más tranquila.
Soñé que mi barco, el que me regaló mi hermano,
me llevaría a donde él me aguarda. Sin prisa
navegaríamos, mi hermano y yo, en un barco
de vela que le regalaron un día
un día que está muy lejano
un día cualquiera, antes de que ocurriera
aquella llamada del infinito abismo,
Allí le acompañan las estrellas, lloran
las nubes y regañan los dioses, truenos, rayos, barcos
que surcan los cielos a través de osas, que moran
en ellos. 

Y el mar, testigo del sufrimiento
ruge, cual monstruo vivo
canta cual sirena enloquecida
a bocanadas se come la vida
a bocanadas, sin un lamento
a bocanadas, a manos llenas, a veces parece llorar
son cantos de sirenas, buscan barcos para naufragar.

María Teresa Fandiño Pérez
Derechos reservados
26/08/2015
Fotografía tomada de la red - google




domingo, 23 de agosto de 2015

La catedral mágia - Territorio de escritores-retos refrescantes

Verano- cuentos mini

LA CATEDRAL MÁGICA

Mis oídos piden atención; el viento, siempre tan fuerte, me ensordece y el dolor me impide salir de mi habitación con vistas. A través de una ventana mágica situada ante mi ordenador, observo impaciente. Dos días sin verle, mi corazón se muere de nostalgia como le ocurre a los grandes amores. Cuando la marea baja al límite y el sol comienza a ocultarse, se pueden pedir deseos a los dioses. 
Ellos pueden oírnos en la catedral mágica que el oleaje creó.
En mi momento de silencio, deseo escuchar el sonido de la brisa del mar.

María Teresa Fandiño 23/08/2015 Derechos reservados
Fotografía tomada de la red-Imágenes de google

Playa de las catedrales

sábado, 22 de agosto de 2015

La muerta exigía venganza

La muerta exigía venganza

Él la presintió cual alma que implora
En esa tumba que habita,ella llora.
Ramón sabía que permanecía fría
bajo lápida sepulcral,alrededor de su tumba
paseaba aterrado, vestido con capa negra.
Prendiose esta en una roca,
tropezó Ramón cayendo al suelo,
y, creyendo este, que la muerta de su capa tiraba,
clemencia pedía, se oyeron ruegos y súplicas como aullidos
Mientras ella, aprovechando la ocasión
rompió en alaridos exigiendo venganza.
El vigilante,en noches negras,
raudo y veloz del cementerio salía.
Sabía que se escuchaban llantos,
las dolorosas súplicas de ella
De un infarto se murió Ramón
junto a ella y, enganchada en una peña, su capa
medio rota se quedó
En esa tumba que habita, ella llora.
Él la presintió cual alma que implora.


María Teresa Fandiño Pérez
19/08/2015
Derechos reservados
Imágenes tomadas de la red


Imagen tomada de la red - google

sábado, 15 de agosto de 2015

Y la tripulación en la Toscana



¡Y la tripulación en la Toscana!

Abrió la escotilla y salió a la superficie. Al cerrar vio que no podría volver a abrirla, se había atascado. No quedaba nadie dentro, él había sido el último en salir. Miró al frente y observó las montañas nevadas.
Todos se angustiaron, el capitán, asustado porque no sabía cómo lograría retomar el mando del submarino; el cocinero, porque había dejado el puchero al fuego; el alquimista, porque no sabía muy bien como convertir algo en oro que pudiera ayudar, y es que, a veces, el oro no sirve para nada. Se sintió culpable, él, un pobre marinero le dio un empujón a una escotilla. No había marcha atrás. Presintió la noche larga y fría que les aguardaba en aquella soledad compartida.
El capitán se autoinculpó, él debería de haber sido el último en abandonar el submarino; el cocinero se derrumbó, sabía que por su culpa todo se quemaría; el alquimista recordó que antes, cuando era muy joven, había asistido a una escuela de magia e incluso había ejercido durante un corto periodo de tiempo. Él podría convertir la escotilla de un submarino en cualquier otra cosa.  Cuatro mil conjuros después y, ante ellos, apareció una muralla de piedra antigua, parecía la parte de atrás de un castillo. Existían varias puertas, cada una de un color. El sol brillaba y sobre ellas, cestos de mimbre que recogían plantas llenas de jazmines, celindas y otras flores de primavera. Del muro pendían buganvillas y rosas, se podía apreciar su aroma.
El cocinero explicaba las entradas al castillo como él las entendía. La puerta verde era la de la esperanza, la amarilla traería mala suerte y la negra, seguramente, les llevaría a la muerte. Había una puerta roja pero el marinero creía que esa puerta les llevaría directamente al infierno. La puerta azul parecía la más apropiada.
El capitán decidió, porque estaba al mando. Cada uno iría por donde quisiera.
Primero entró el alquimista, lo hizo por la puerta azul, él sólo buscaba la oración, la tranquilidad, la paz…De la vida solamente pedía una cosa, poder realizar sus experimentos en un gran laboratorio y trabajar con metales, de forma espiritual, en busca de la piedra filosofal.
El marinero entró a través de la puerta verde, con la esperanza de poder regresar a casa, encontrarse con su madre, sentir de nuevo sus caricias y sus pasos cuando ella entraba en su dormitorio y le colocaba su uniforme recién planchado sobre la cama. Recordaba aquel olor de las mañanas, a café y tostadas.
Asustados les aguardaron un buen rato. La impaciencia hizo que el cocinero se encaminara a la puerta amarilla, no creía en la mala suerte y estaba muerto de hambre. Decidió terminar con aquella pesadilla, soñaba con un buen plato de garbanzos y un vaso de rojo vino. Cruzó aquella puerta muy animado.
Tampoco regresó para contar lo que había visto…
El capitán, muy desanimado, entró por la puerta negra casi arrastrando los pies.
Tras las puertas un par de guardias. Todos estaban presos ¡quién osa entrar en un castillo por las puertas de atrás, sin pedir permiso ni llamar antes de entrar!
¡Qué osadía!
Apareció un hombre muy feo y muy risueño, que poseía una nariz espectacular y un bigote muy extraño y muy largo, acompañado por la policía. Decía ser el dueño de la finca. Les preguntó por su procedencia, pregunta a la que no supieron responder.
El marinero, muy valiente, les contó lo sucedido.
— Cualquier puerta que escojamos nos conducirá a la realidad, a la que se accede como uno quiere y se encuentra con lo que hay —dijo el hombre sin más—, me parece que están drogados, pero en fin, eso ya no es de mi incumbencia.

Después de interrogarlos, uno a uno, la policía no consideró que su delito fuera grave. No estaban drogados,  al fin y al cabo las puertas estaban abiertas, no las habían forzado. Los dejaron salir y, en unos días, pudieron regresar a casa.
Nunca se encontró el submarino. Ni tampoco al marinero, que en Italia se quedó, haciendo caso omiso a sus recuerdos. Con una nota le bastó para que su madre  le comprendiera.
—Madre querida, en Italia me enamoré de unos lindos ojos verdes, de los viñedos y de su sol.
El alquimista, coronado de gloria por su gran hazaña, se quedó en Italia durante una pequeña temporada, permutando la magia por la alquimia en una escuela de magos.
El capitán se auto degradó.
Poco después, la nieve de las montañas se habían derretido, esa era la prueba irrefutable de la conclusión a la que llegó, en su ignorancia, el cocinero... “Seguramente fue el submarino que ardió y la derritió”, lloraba desconsoladamente mientras cocinaba para otra tripulación.

María Teresa Fandiño 
Fotografías tomadas de la red
15/08/2015
Derechos reservados




Fotografías tomadas de la red
15/08/2015















Fotografías tomadas de la red
15/08/2015

martes, 11 de agosto de 2015

¿Un paseito?, ven conmigo

¿Un paseito?, ven conmigo

Sucedió una mañana gris de un día cualquiera. Al despegar sintió la sensación de elevarse en una noria. Cuando vio las nubes se le antojó pasear sobre ellas. Construyó una casa con panel solar, señales de tráfico, y mucho espacio para dos.
Podría vivir una eternidad junto a ella sin tormentas, y, en su almohada, luz de luna cada noche.
Se despertó sonriendo, el piloto anunciaba aterrizaje.A nadie se le ocurriría pensar que solo quiso volar, como aquella noche que le visitó el mago.
Ella lo intuía y él deseaba llevarla a visitar su casa en las nubes.
María Teresa Fandiño
10.08.2015
Fotografía obtenida de la red
Derechos reservados









domingo, 9 de agosto de 2015

Cangrejo asesinado en la playa



CANGREJO ASESINADO EN LA PLAYA


Elegante, y sin sentido
desnudo, cartera en mano
paseaba el muy marrano
por la playa sin vestido
luciendo lindo y curtido
¡sin bañador! Muy salado
cual bello pájaro alado
en la arena se sentó
y un cangrejo le mordió
sin toalla y bien sentado.
Los niños mueren de risa
¡Un melindre berenjena!
Grita el hombre ¡mi cartera!
Parece que tiene prisa
ya no muestra su sonrisa
Dolorido le mató
su cartera asesinó
al cangrejo que aún reía
y el melindre aún mordía
En puchero terminó
María Teresa Fandiño.
09/08/2015
Fotografía obtenida de la red
Derechos reservados


domingo, 2 de agosto de 2015

La luna se cela del mar

¡LA LUNA SE CELA DEL MAR!


Alegre y sonriente
Acude a la mañana
la aurora, canta una nana
para ella, que doliente,
loca por él de amor, siente
envidia del agua del mar.
Siempre se le ve brillar
él la llena de calor
ella, de miradas de amor.
El rey la quiere acariciar

María Teresa Fandiño
Derechos reservados
01/08/2015
Fotografía obtenida de la red