Viajo por las letras con la maleta llena de libros. Escribo novelas y relatos, pero si me siento poética la lleno de poesía o de lírica. Soy "cuentista". ¡Otros van más allá e incluso publican mis historias! Os deseo un paseo agradable por mi blog. Mis trabajos están registrados, podéis usarlos citando la procedencia y sin alterar su contenido, siempre y cuando se utilicen para actividades sin ánimo de lucro.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Desequilibrada y suelta - Publicado en Territorio de escritores -



Desequilibrada y suelta

Desde que te fuiste de un portazo y con la bruja que te presenté en aquella cafetería, me sentí morir.
Nunca más pude dormir sola, ni acompañada…
Me compré un perro y un gato, después un acuario y lo llené de peces y plantas, también de adornos: un cofre, un submarinista, un coral…También un aparato de música y le subí el volumen al máximo; los vecinos, extrañados por mi comportamiento, llegaban protestando. Les invité a comer, a cenar, e incluso a desayunar a primeras horas de la madrugada; tal vez eran altas horas de la noche, no sé, la tristeza me confundía.
Mis vecinos se compadecieron de mí y algunos se quedaban a ver el partido en casa, poníamos pelis de llorar, me encanta llorar.
Un día regresaste y me dijiste que ella no era una mujer, sino un hada mala, muy mala y que te hacía sufrir; pero no la abandonaste.
Un día te fuiste de este mundo, o te echamos quizás. ¡Qué pena!
A veces me siento y medito, después escribo:
Nos encontrábamos en la librería, yo era asidua y las personas cercanas sabían que la frecuentaba. Era por eso que no llamábamos la atención cuando nos veíamos allí.
Su matrimonio resultó ser un fracaso, pretendí arrebatárselo a la bruja, aunque solo fuera por venganza. Sería un crimen bonito si consiguiera que él muriera en aquella librería antigua, esa de siempre, la que tanto nos gustaba a los dos.
Después la asesinaría a ella.
Buscábamos unos libros y nos sentábamos en el sofá. Él tenía la costumbre de llevar el dedo a la boca cuando pasaba las hojas, ideé regalarle uno pintado con veneno transparente, ocurre en las películas. Ese día murió, se durmió en el sofá y no despertó. Resultó que su mujer ponía veneno en sus platos y sus vasos...
En esa librería antigua se respira ambiente agradable, muchos pasan por ese sofá verde botella, que antes parecía verde esmeralda. Me trae bonitos recuerdos,¡cuántos placeres me dio!
Ella está en la cárcel, le enviaré lectura; siempre gusta, entretiene.
Me aseguraré de que reciba su ...ejemplar.

María Teresa Fandiño
25/11/2016
Derechos reservados.




Imagen obtenida de la red




martes, 15 de noviembre de 2016

Una máscara amiga

- Una máscara amiga - 
Relato publicado en Gealittera, revista digital.

Una máscara amiga

Resultan molestas las manifestaciones debido a los ruidos, los pitidos, las canciones…Sin embargo, la gente se detiene para observarlas, sirven de motivo de charla y las comentan al tiempo que pasan; incluso se unen a ellas.
Ese día los manifestantes se disfrazaron de personajes de cuentos y de payasos, acudieron a su peculiar acto con máscaras acordes a su vestimenta. Llegaron a la plaza en silencio, y aguardaron el anochecer. Vestían trajes de colores vivos y de lunares, resaltaban a su paso bajo las luces de las farolas como si fueran fantasmas; la plaza se iba llenando de ellos.
Aquella masa de gente empezó a murmurar algunos sonidos que al principio no se entendían, luego elevaron un poco el tono de voz; parecían lamentos, lloros, susurraban con espanto.
Los niños poco a poco, se alejaban.
Algunos lloraron en las calles porque los personajes de sus cuentos como Pinocho, Peter Pan, Cenicienta, Blanca Nieves…. se asemejaban a unas almas en pena; unos diez mil personajes avanzaban por todo el ancho de la carretera, a un mismo paso la masa se balanceaba.
Carecían de bandera y de marca.
No sé qué fue lo que me provocó más miedo, ¿qué digo miedo?, ¡terror!; tal vez fueron sus máscaras que protegían sus caras o tal vez el contraste con su llanto. ¡Esas caras cubiertas! ¡Esos sollozos que inspiraban terror! sus vestimentas ¡Esas sonrisas patéticas! Me pareció Inaudito que portaran muñecas descabezadas y juguetes rotos. Se intuía la maldad, no…¡los niños jamás se acercarían a ellos! ¡Qué miedo daban!
¿Qué tipo de personas podrían actuar así?
Se colocaron en círculos; de pronto, comenzaron a retirar las máscaras y
pude ver una cara de niña, la observé. La melena larga, rubia, humedecida por el sudor se pegaba a su frente. Pude apreciar su sonrisa complaciente, su bondad. Desplegó una pancarta, las letras eran muy grandes.
Descubrí bajo sus disfraces a muchos ancianos, niños, también hombres y mujeres jóvenes que sonreían al tiempo que desplegaban sus pancartas.
Todas comenzaban con la misma pregunta: “¿En quién confían los niños?”, cada una portaba su propia respuesta.
Ellos son seres angelicales, chispas de inocencia que cualquiera puede asustar. — o tal vez… embaucar... ¡Según la apariencia!
Escuché sus conversaciones.
—Me ha sabido mal. No volveré a participar en ningún experimento sociológico. Los niños se sienten defraudados.
—No era nuestra intención defraudar a los niños, sino hacerles ver que no pueden confiar en todas las personas; a veces lo hacen solamente porque llevan puesta una máscara amiga.

No todos los adultos amigos son buenos.

María Teresa Fandiño
La Coruña, España.
Derechos reservados.




domingo, 13 de noviembre de 2016




...hizo un gran esfuerzo y se incorporó en la cama; caminó despacio hacia la ducha como arrastrando
los pies y, mirándose de soslayo al espejo, se sintió patética. Auguraba un día duro. Se colocó sus
cremas y el colirio en los ojos, rojos como fuego, que denotaban la falta de descanso; las lentillas, con una práctica ya de años; la melena ondulada, teñida de suaves mechas rubias, con las que se veía más joven y favorecida; el maquillaje a fondo, como intentando disimular las ojeras oscuras, que contrastaban con su tez blanca. Era reacia a vestirse de colores oscuros, todavía hacía calor, así que, después de un par de cafés y dos aspirinas, consiguió introducirse en un vestido verde de seda; lo sintió ceñido, al punto de ahogarse cual Escarlata O´Hara en Lo que el viento se llevó; su cintura ya no era tan estrecha como había sido, pero no estaba mal. Se subió a unos tacones de aguja muy altos, sujetándose a la pared con una mano y la otra en equilibrio; se pintó los labios de color coral; muy escotada, superó la estricta revisión ante su espejo, ese de toda la vida, el que siempre la insultaba por las mañanas antes de maquillarse; un espejo de metro y medio de alto, estrategicamente situado ante la puerta de salida, que, cada mañana la revisaba de arriba abajo.
Consiguió llegar al garaje con buen paso, y sentarse en el asiento del conductor sin haber tenido un solo percance con los tacones. La batalla estaba ganada.
Arrancó, volante en mano, y se encontró el sol de frente, sintió un golpe de luz en sus ojos, como si sufriera de resaca.
—Llega una edad en la que hay que dormir toda la noche Isa, se decía. A menudo mantenía conversaciones consigo misma dentro de su coche mientras acariciaba el volante; él era parte de ella misma, como si formara parte de su cuerpo. Siempre le había respondido, nunca se había averiado en la carretera.
La tarde anterior había ocurrido algo inesperado... 

Fragmento de mi novela "Como globos de colores"
María Teresa Fandiño | Como globos de colores
Registro de la propiedad intelectual 03/2016/123









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Asiento 
Registro 03/2016/123

lunes, 7 de noviembre de 2016

Dos corazones en una vieja casa - Acantilados de papel

Os dejo un enlace a la revista de creación literaria del grupo de literatura extramuros,

en él podéis acceder a la revista "Acantilados de papel" y  leer mi último relato.

Una revista literaria que vale la pena. Deseo que os guste mi relato

Dos corazones en una vieja casa

http://acantiladosdepapel.blogspot.com.es/2016/11/dos-corazones-en-una-vieja-casa.html

                                                    Imagen obtenida de la red.